jueves, 16 de julio de 2009

Bellos y sufridos corazones . . .


Con la dirección de Carlos Casella, Ana Frenkel y Daniel Cúparo, se estrena Corazón idiota, una comedia con una impronta bien Descueve

Hace dos años, cuando Carla Peterson recién arrancaba con las grabaciones de Lalola y ni imaginaba todo lo que vendría después de la mano de Los exitosos Pells , y Griselda Siciliani todavía estaba ocupada con Patito Feo y no figuraba en su horizonte protagonizar una comedia dramática en plena avenida Corrientes dirigida por Daniel Veronese, estas dos actrices ya empezaban a pergeñar una aventura que mañana llega al escenario de la sala Pablo Neruda del Complejo La Plaza.

Es que Corazón idiota ?la obra en cuestión? nació de las ganas de estas dos intérpretes, que se conocieron durante las grabaciones de Sos mi vida, donde Peterson era la malísima Constanza y Siciliani, la boba de su prima Debi. De compartir tanto diálogo desopilante surgió una amistad que las llevó a descubrir que les gustaba lo mismo, que habían hecho un recorrido artístico semejante, que disfrutaban de producir sus propios espectáculos y que se morían de ganas de hacer algo juntas. Algo que les exigiera transitar por los lenguajes de la danza, el canto y la actuación, que les permitiera contar una historia, que les significara un nuevo y mayor desafío.

Así fue como a Siciliani se le ocurrió la idea de invitar a Carlos Casella para que las dirigiera. Ella quería esa impronta que había probado cuando participó ?por un reemplazo? de Hermosura, la obra del grupo El Descueve que él había dirigido junto con Ana Frenkel y en la que también actuaba Daniel Cúparo, precisamente quienes luego se sumaron al equipo de dirección. Entre los cinco armaron un equipo compacto que durante meses imaginó y probó historias, esquemas de trabajo y lenguajes escénicos que finalmente arribaron a lo que es hoy Corazón idiota, título que sumado a la foto promocional del espectáculo (en el que la dupla Peterson-Siciliani aparece llorosa, sufriente y eterna perdedora) puede dar una idea de hacia dónde va la cosa. Pero casi seguro que la idea es equivocada, ya que con tres ex Descueve firmando texto y dirección nada se puede predecir.

"Es una comedia, un musical, pero no una comedia musical", arranca Peterson. "Es una comedia que tiene música y humor", se suma Siciliani. Ellas cantan, bailan, actúan e interactúan entre sí y con otros cuatro actores-bailarines (Fernando Tur, Leo Kraimer, Rakhal Herrero y Diego Rosental), que interpretan a los miembros masculinos de una banda de música de la que ellas son las coristas. Desde ese lugar ?falsamente secundario? Peterson y Siciliani cuentan la historia de estas dos mujeres en permanente estado de alteración.

"Para ellas, la vida, el amor y los deseos son puro sufrimiento, están todo el tiempo en carne viva, al límite. Viven las cosas con una intensidad que no tiene nada de costumbrismo ni naturalismo. Llega un momento en el que pareciera que el espectáculos se te viene encima", se entusiasma Siciliani. "Es que en el estado en que están no se puede pensar mucho, sólo reaccionan hacia lo que sienten", secunda Peterson.

Maneras de sufrir

De allí que los corazones de estas dos mujeres sean un poco idiotas, aunque sufren distintos tipo de idiotez. "Si vas al diccionario, en idiota aparece «falto de instrucción», y ahí hay una clara diferencia, a cada uno de nuestros corazones le falta una instrucción diferente, por lo que no sufren de la misma manera", sigue Peterson, que para hacer latir su corazón al ritmo que le exigía la propuesta que ella misma estaba engendrando tuvo que prepararse con una voluntad y una decisión inusitadas.

Es que la vida le llegó a esta actriz, y un viento fuerte de popularidad y oportunidades la despeinó y le llenó la agenda de otros ensayos, otras grabaciones, otros compromisos que bien podrían haber desplazado eternamente esta idea loca de "hacer algo juntas". Concluyó Lalola, llegaron los premios, empezó y terminó (anoche nomás) Los exitosos Pells y Peterson tuvo que hacer malabares para estar en todas partes y no dejar su sueño atrás. "La verdad nunca estuvo en duda la idea de seguir, siempre tuvimos las ganas intactas", explica Siciliani, quien también se las vio negras para combinar los ensayos, primero, y luego las funciones de La forma de las cosas ?la obra en la que la dirige Veronese? con estos ensayos que hoy terminan.

En los momentos de encuentro aparecía la voz de Frenkel desde algún rincón de la sala: "A correr, a correr". Y luego de horas y horas de grabación o ensayo las dos actrices sacaban fuerzas de donde no tenían para entrar en clima y ponerse a la par del resto del elenco, que las esperaba con paciencia. "Era genial, ellos (por Frenkel, Casella y Cúparo) trabajan de una manera muy rigurosa y con mucho entrenamiento durante los ensayos. No es sólo pasar la obra: se prepara el instrumento para esta propuesta en particular, con clases especialmente pensadas para esto", sigue Siciliani. Entonces, en esos espacios en los que era difícil juntarlas, el trabajo pasaba por profesores especiales que apuntaban allí donde más lo necesitaban.

Y la música ?en este sentido? era un punto de alta demanda. Es que detrás de esa banda que se armó arriba del escenario, detrás de sus canciones originales o de las reversionadas, está la firma de Diego Vainer, otro ex Descueve. El los entrenó para que funcionaran como una banda de verdad y para que ellas fueran sus auténticas coristas. Aunque en el caso de Carla Peterson el desafío implicó un trabajo particular y extensivo: "Es la primera vez que canto en público, imaginate que me daba vergüenza hacerlo delante de mi profesor, así que esto de cantar con una banda, con pista, con micrófonos y todo fue el mayor desafío. Muchísimo más que bailar. Ahí tuve que volver a poner el cuerpo en movimiento, pero yo bailé durante mucho tiempo, no era algo extraño para mí".

Ni ellas imaginaron a lo que llegaría esa idea de hacer algo juntas. Nunca se les habría ocurrido pensar en la calle Corrientes, en tenerlo a Ariel Baccaro pensando la escenografía o a Gonzalo Córdova pergeñando la iluminación. Sólo se habían animado a invitarlo a Casella y se sorprendieron con todo lo que llegó. Es claro que en estos dos años sus carreras artísticas crecieron de tal forma que era de esperar que esta propuesta creciera con ellas. Y acá está este sueño que empezó chiquito y con mucho corazón, pero sin lugar a dudas uno que no tenía nada de idiota.

Para agendar