domingo, 12 de abril de 2009

Julio Chávez y Cecilia Roth: ficción por partida doble

Son los protagonistas de Tratame bien, el nuevo unitario de Canal 13, y de la segunda temporada de Epitafios

En sus mejores días, cuando sus implacables críticos se sienten benévolos, la televisión es considerada la forma más popular del entretenimiento. En sus peores días, a la pantalla chica se le cuelga el mote de boba y se la acusa de terribles crímenes contra la inteligencia colectiva. Para contrarrestar tantos bombardeos -a veces, acertados-, para probar que la TV vale la pena, quizá baste con tener un buen abogado defensor o dos. Dentro de pocos días, Julio Chávez y Cecilia Roth aparecerán en el televisor protagonizando no una, sino dos ficciones. El miércoles, a las 22.45, se estrenará Tratame bien , el flamante unitario de Pol-ka para Canal 13, y el domingo llegará a la pantalla de HBO la segunda temporada de Epitafios . Con pocos días de diferencia, Chávez y Roth, dos rara avis para el espectador televisivo, aparecerán en la TV por duplicado.

-¿Qué tienen estos dos ciclos para que decidieran hacer televisión?

Roth: -Ambos proyectos me resultaron muy interesantes. Epitafios 2 es una continuación de la primera parte, a la que apenas me había integrado en el capítulo ocho. La verdad es que al ser HBO no lo sentí como un proyecto de televisión; teníamos seis meses para hacer 13 capítulos, que se rodaban en fílmico. La sensación era de que estábamos haciendo cine. Aunque hice algunas pequeñas participaciones en Amas de casa desesperadas y Mujeres asesinas, hace once años que no hacía televisión con continuidad, desde Laura y Zoe , y creo que Tratame bien se dio porque se trataba de trabajar con el mismo director, Daniel Barone, y el mismo productor, Diego Andrasnik, que en Epitafios.

-Y ahora salen los dos programas en la misma semana...

Roth: No quiero pensar en eso. El tema es el trabajo cotidiano, la alegría, la búsqueda. Toda la parte que implica estar en un proyecto en el que hay una presión fuerte, expectativas. Prefiero no pensarlo.

Chávez: -De todos modos, aunque la salida del programa no tiene que ver con nuestro trabajo, tampoco somos ingenuos, y cuando uno toma la decisión de hacer algo, piensa, tiene estrategias. Tiene que ver con apuestas que uno hace, tanto profesionales como expresivas. Hoy por hoy, Pol-ka, este elenco, mi compañera, conforman un espacio en el que encuentro una posibilidad de desarrollar algo de mi oficio. Fue así en Epitafios 2 y acá lo vuelvo a elegir como uno de los lugares en los que puedo desarrollar una manera de pensar mi profesión. La TV es un ámbito del que algunas personas pueden desear salirse y, para mí, en este momento, es un lugar interesante donde también puedo pensar.

Compañeros

"Lo único que quiero saber es si puedo contar con mi compañera", le dice Renzo Márquez, el duro policía que interpreta Chávez en Epitafios 2 a Marina Segal, su impasible colega protagonizada por Roth. Claro que la pregunta dicha con otro tono y otro fondo bien podría ser formulada por José a Sofía, con la que está casado hace 22 años y con grandes posibilidades de no llegar al aniversario número 23. La pareja que está en el centro del conflicto de Tratame bien atraviesa crisis solistas y a dúo, motivadas por el fracaso profesional de él, los sueños relegados de ella y los hijos, interpretados por Martín Slipak y María Alche.

"Al hacer este trabajo, tengo el gusto de estar actuando en escenas en que no he actuado todavía. Como la de los hijos, por ejemplo. Situaciones que para mí son inéditas y que, si bien las vi 28.000 veces, porque si hay algo que he visto es a familias comiendo tostadas a la mañana, yo no las hice. Y Epitafios también tenía eso. Policías se hicieron 48.000, pero ahora me toca a mí. Es el placer de decirle a un actor de 18 años «hijo»", cuenta Chávez. Aunque si lo piensa un poco el gusto de lo nuevo viene acompañado de cierto desconcierto: "Yo le decía a Cecilia que cuando recibo los libros hago un gran esfuerzo por no estudiarme la letra del hijo. La verdad es que me dan ganas de mirar al cielo y preguntar: «¿Qué pasó, Señor?» Lo interesante, además, es que Cecilia y yo nos conocimos más o menos a la edad que tienen los chicos que hacen de nuestros hijos".

A su lado, Roth asiente, ríe y recuerda aquel tiempo en que el cine, el teatro y la televisión eran destinos tan exóticos para ellos como China o la India. "Nos conocimos en el casting de No toquen a la nena . Fue el primer trabajo de Julio y el mío, aunque yo era más comparsa", cuenta la actriz sentada, junto a Chávez, a la mesa del living de esta familia tipo a punto de "implotar".

Escrita por Pablo Lago y Susana Cardozo ( Locas de amor ), la historia de Tratame bien parece empezar por donde la mayoría de las historias terminan. Una pareja que ya no sabe cómo ser o si quiere seguir siéndolo, y a la que las respuestas de sus terapeutas individuales ya no le alcanzan. Por eso, por recomendación de la psicoanalista de ella, interpretada por María Onetto, y el psiquiatra de él, papel que hace Norman Briski, consultarán a una tercera, Clara Lombardo, especialista en terapia de pareja que interpretará Cristina Banegas.

Tratame bien tiene que ver con el tema del trato en el sentido del contrato. Los contratos tienen letras chicas y cada uno escribe ahí algo que el otro no llega a leer. Muchas veces, el amor o la juventud hacen que esos contratos parezcan fantásticos, pero después algo empieza a pasar en los vínculos, en las relaciones con los hijos, con los padres...", reflexiona Chávez, y su compañera de fórmula continúa: "En ese punto, uno empieza a repactar y a revisar el contrato".

En el proceso de decidir si renegocian o rescinden su matrimonio, José y Sofía pasan muchas horas en divanes repitiendo lo que ya dijeron mil veces, sufriendo para conseguir, tal vez, dejar de sufrir. Y, créase o no, la neurosis de unos en la ficción causa gracia a otros que miran del otro lado del televisor.

"Hace unos días, decíamos con María Onetto que, mirado desde afuera, siempre hay un costado ingenuo en la terapia porque uno se pregunta las mismas cosas una y otra vez. Uno las sufre profundamente, pero esa repetición, mirada desde afuera, con la frialdad de una cámara, causa gracia", explica Roth.

Puestos a interpretar sus papeles en Tratame bien, a pesar delos años de experiencia, los actores se encontraron con un par de sorpresas que cerraron el círculo en el lugar menos pensado.

"La primera vez que le dije a mi hijo en la ficción «hijito», me empezaron a transpirar las manos y me agarró una emoción tan grande... Me di cuenta de que es una palabra que mi naturaleza necesita construir. Yo empecé a estudiar teatro por esto. Cuando era chico, una compañera en un campamento me dijo que fuera a estudiar teatro y yo le pregunté qué hacían ahí. Me lo explicó muy simple: «Vos me matás y yo me hago la muerta». Y yo pensé que era lindo eso de tener un lugar donde podía matar a alguien sin consecuencias", dice Chávez, y se ríe mientras Roth revisa su propio arcón de los recuerdos: "Yo le decía a mi hermano menor que jugáramos a que él me mataba y yo me hacía la muerta durante horas, y el pobrecito se quedaba pagando. Porque yo convertía en verdad ese juego. Y aquí estamos: convirtiendo en verdad a esta familia; convirtiendo en verdad un hijo para Julio; convirtiendo en verdad una hija, este departamento...".

EL MUNDO SEGÚN CASCIARI


Leí una vez que la Argentina no es mejor ni peor que España, sólo más joven. Me gustó esa teoría y entonces inventé un truco para descubrir la edad de los países basándome en el 'sistema perro'.

Desde chicos nos explicaron que para saber si un perro era joven o viejo había que multiplicar su edad biológica por 7. En el caso de los países hay que dividir su edad histórica entre 14 para saber su correspondencia humana. ¿Confuso?

En este artículo pongo algunos ejemplos reveladores.

Argentina nació en 1816, por lo tanto ya tiene 190 años. Si lo dividimos entre 14, Argentina tiene 'humanamente' alrededor de 13 años y medio, o sea, está en la edad del pavo.

Es rebelde, pajera, no tiene memoria, contesta sin pensar y está llena de acné (¿será por eso que le dicen el granero del mundo?

Casi todos los países de América Latina tienen la misma edad y, como pasa siempre en esos casos, forman pandillas.

La pandilla del Mercosur son cuatro adolescentes que tienen un conjunto de rock. Ensayan en un garaje, hacen mucho ruido y jamás han sacado un disco.

Venezuela, que ya tiene tetitas, está a punto de unirse a ellos para hacer los coros. En realidad, como la mayoría de las chicas de su edad, quiere tener sexo, en este caso con Brasil, que tiene 14 años y el miembro grande.

México también es adolescente, pero con ascendente indígena. Por eso se ríe poco y no fuma ni un inofensivo porro, como el resto de sus amiguitos, sino que mastica peyote, y se junta con Estados Unidos, un retrasado mental de 17, que se dedica a atacar a los chicos hambrientos de 6 añitos en otros continentes.

En el otro extremo está la China milenaria. Si dividimos sus 1,200 años por 14 obtenemos una señora de 85, conservadora, con olor a pipí de gato, que se la pasa comiendo arroz porque no tiene -por ahora- para comprarse una dentadura postiza. La China tiene un nieto de 8 años, Taiwán, que le hace la vida imposible.

Está divorciada desde hace rato de Japón, un viejo cascarrabias, que se juntó con Filipinas, una jovencita pendeja, que siempre está dispuesta a cualquier aberración a cambio de dinero.

Después, están los países que acaban de cumplir la mayoría de edad y salen a pasear en el BMW del padre. Por ejemplo, Australia y Canadá, típicos países que crecieron al amparo de papá Inglaterra y mamá Francia, con una educación estricta y concheta, y que ahora se hacen los locos. Australia es una pendeja de poco más de 18 años, que hace topless y tiene sexo con Sudáfrica; mientras que Canadá es un chico gay emancipado, que en cualquier momento adopta al bebé Groenlandia para formar una de esas familias alternativas que están de moda.

Francia es una separada de 36 años, más puta que las gallinas, pero muy respetada en el ámbito profesional. Tiene un hijo de apenas 6 años: Mónaco, que va camino de ser puto o bailarín... o ambas cosas. Es amante esporádica de Alemania, camionero rico que está casado con Austria, que sabe que es cornuda, pero no le importa.

Italia es viuda desde hace mucho tiempo. Vive cuidando a San Marino y al Vaticano, dos hijos católicos idénticos a los mellizos de los Flanders. Estuvo casada en segundas nupcias con Alemania (duraron poco: tuvieron a Suiza), pero ahora no quiere saber nada con los hombres.

A Italia le gustaría ser una mujer como Bélgica: abogada, independiente, que usa pantalón y habla de política de tú a tú con los hombres (Bélgica también fantasea a veces con saber preparar espaguettis).

España es la mujer más linda de Europa (posiblemente Francia le haga sombra, pero pierde espontaneidad por usar tanto perfume). Anda mucho en tetas y va casi siempre borracha. Generalmente se deja follar por Inglaterra y Después hace la denuncia.

España tiene hijos por todas partes (casi todos de 13 años), que viven lejos. Los quiere mucho, pero le molesta que, cuando tienen hambre, pasen una temporada en su casa y le abran la nevera.

Otro que tiene hijos desperdigados es Inglaterra. Sale en barco por la noche, se tira a las pendejas y a los nueve meses aparece una isla nueva en alguna parte del mundo. Pero no se desentiende de ella. En general las islas viven con la madre, pero Inglaterra les da de comer. Escocia e Irlanda, los hermanos de Inglaterra que viven en el piso de arriba, se pasan la vida borrachos y ni siquiera saben jugar al fútbol. Son la vergüenza de la familia.

Suecia y Noruega son dos lesbianas de casi 40 años, que están buenas de cuerpo, a pesar de la edad, pero no le dan bola a nadie. Cojen y trabajan, pues son licenciadas en algo. A veces hacen trío con Holanda (cuando necesitan porro); otras, le histeriquean a Finlandia, que es un tipo medio andrógino de 30 años, que vive solo en un ático sin amueblar y se la pasa hablando por el móvil con Corea.

Corea (la del sur) vive pendiente de su hermana esquizoide. Son mellizas, pero la del norte tomó líquido amniótico cuando salió del útero y quedó estúpida. Se pasó la infancia usando pistolas y ahora, que vive sola, es capaz de cualquier cosa.

Estados Unidos, el retrasadito de 17, la vigila mucho, no por miedo, sino porque le quiere quitar sus pistolas.

Israel es un intelectual de 62 años que tuvo una vida de mierda. Hace unos años, Alemania, el camionero, no lo vio y se lo llevó por delante. Desde ese día Israel se puso como loco.

Ahora, en vez de leer libros, se lo pasa en la terraza tirándole piedras a Palestina, que es una chica que está lavando la ropa en la casa de al lado.

Irán e Irak eran dos primos de 16 que robaban motos y vendían los repuestos, hasta que un día le robaron un repuesto a la motoneta de Estados Unidos y se les acabó el negocio. Ahora se están comiendo los mocos.

El mundo estaba bien así, hasta que un día Rusia se juntó (sin casarse) con la Perestroika y tuvieron como docena y media de hijos. Todos raros, algunos mongólicos, otros esquizofrénicos.

Hace una semana, y gracias a un despelote con tiros y muertos, los habitantes serios del mundo descubrimos que hay un país que se llama Kabardino-Balkaria. Un país con bandera, presidente, himno, flora, fauna...y ¡hasta gente!

A mí me da un poco de miedo que aparezcan países de corta edad, así, de repente. Que nos enteremos de costado y que, incluso, tengamos que poner cara de que ya sabíamos, para no quedar como ignorantes Y yo me pregunto:

¿Por qué siguen naciendo países, si los que hay todavía No funcionan?

martes, 7 de abril de 2009

lunes, 6 de abril de 2009

Carta de Jorge Lanata a los lectores del diario


Debo ser una de las personas que más se ha despedido en los medios. Hay quienes lo han visto como una postura dandy. Seguiré vinculado a Crítica de la Argentina y vuelvo a la TV.

Debo ser una de las personas que más se ha despedido en los medios. Me despedí de Página/12, de Veintitrés, de la radio. Me despidieron de la televisión. Me he despedido como víctima de la fatalidad o como ejercicio de libertad. Hay quienes lo han visto como una especie de postura dandy: -Se aburre y se va - dicen, etiquetando.

Hace muchos, muchos años decidí vivir de acuerdo a lo que pienso. Vivo, entre otras
contradicciones, la de levantar empresas sin decidirme a ser un empresario: no creo que el dinero otorgue la razón, ni siquiera que sea un mérito tenerlo. Siempre me causó gracia esa costumbre que lleva a los demás a felicitar al dueño de un auto o una casa nueva, “Te felicito”, dicen. Nunca te felicitan por tener una idea. Dirigir un diario exige no sólo luchar para captar lectores, tener buenas notas, comunicarlas con ingenio, pelearse con los otros medios, el poder, etc., sino también desvelarse por la distribución, el costo del papel, los ajustes de salarios, la falta de publicidad, las estrategias de crecimiento, los bancos y las cuentas. Comencé esta empresa con un veintiocho por ciento de su propiedad y después de volver –otra vez– a vender una casa y poner mis ahorros pero el vértigo del primer año paralelo al crecimiento del proyecto, llevó a que el necesario aporte del resto de los socios redujera mi participación a un 5%. Una empresa, claro, no sólo depende del dinero para comenzarla, sino del flujo para mantenerla mientras se estabiliza. Vivo de mi trabajo, no tengo capital y realmente no soy útil en la desgastante pelea entre quienes disponen del dinero y quienes lo gastan en la producción.

En acuerdo con el resto de los accionistas decidí dejar la dirección periodística de Crítica de la Argentina, aunque seguiré vinculado al diario escribiendo cada domingo el panorama político junto a Luciana Geuna y Jesica Bossi. Marcelo Figueiras, el presidente de la empresa, Antonio Mata, el resto de los accionistas y los editores de la redacción continuarán con su trabajo de siempre en un diario que crece y se consolida en el camino hacia su segundo año en el mercado.

Nuestro contacto, de todos modos, seguirá siendo cotidiano: desde el próximo martes 14 vuelvo a la televisión con Después de todo, un ciclo diario de 20.00 a 20.30 en el Canal 26. Y los domingos en Crítica de la Argentina. Sigo buscando, como ven, motivos para complicarme la vida.

PD: Párrafo aparte merece la reacción de ayer de algunos medios al informar con verdadera mala leche sobre esta noticia. Es gracioso y patético verse corrido por izquierda por Clarín: que el diario que convivió e hizo grandes negocios con los militares (Papel Prensa, junto a La Nación), gerenciado por la señora que se sospecha apropiadora de hijos de desaparecidos, que implementa el terror como política laboral (no tiene, por ejemplo, comisión interna) sostenga en un artículo sin firma que Crítica “moderó últimamente su posición sobre Kirchner” es tan torpe que resulta cándido. “Lanata se va por la caída en las ventas” dice Clarín luego de aclarar que no tiene cifras del IVC sino afirmaciones del mercado. Crítica tiene, sin embargo, cifras del IVC: en febrero Clarín cayó 61.875 ejemplares los domingos y 26.213 de lunes a viernes. Cifras altas incluso para los 250.000 ejemplares promedio de Clarín. El diario que montó ilegalmente Radio Mitre, que obtuvo Canal 13 del menemismo y logró la fusión monopólica del cable con Kirchner nos acusa de falta de independencia. Clarín no soporta que no le tengan miedo. Me hubiera gustado, al menos, dar esta pelea con Roberto Noble, su creador, y no con su lobbista Héctor Magnetto y el genuflexo señor Kirschbaum, cada día más encorvado por decir que sí. Nada de lo que digan sobre nosotros cambiará la imagen que ustedes tienen al mirarse al espejo.

miércoles, 1 de abril de 2009

El grupo Animalario vuelve a triunfar en los Premios Max


Animalario, el grupo más controvertido y polémico del teatro español, se ha hecho adicto a las estatuillas de Joan Brossa con las que se otorgan los Premios Max de las Artes Escénicas y además le da risa serlo. Se hizo con cuatro de las cinco a las que aspiraba el pasado lunes por la noche (director de escena Andrés Lima, mejor adaptación teatral Alberto San Juan, mejor actor protagonista Javier Gutiérrez y mejor productor privado, galardón éste último que se lleva por cuarta vez en cinco años) y dejó para el Teatre Lliure la de mejor espectáculo teatral por 2666, impactante y bellísimo montaje dirigido por Àlex Rigola e inspirado en el texto de Roberto Bolaño, que también se hizo con el Max a la mejor escenografía de Max Glaenzel y Estel Cristià. Cabaret líquido de Lavi e bel obtuvo el Max al mejor espectáculo musical y Sirena a la plancha, de Sol Picó, el de danza. Los hubo que se llevaron las estatuillas por partida doble como Carles Santos (dirección musical y composición); Germanes (Carol López, autor catalán, y Paul Berrondo actor de reparto); Teresa Nieto (coreografía e intérprete de danza); La tortuga de Darwin se hizo con los dos premios a los que optaba (Juan Mayorga, autor en castellano, y Carmen Machi, actriz protagonista); Barroco (iluminación de Juan Gómez Cornejo y figurinista Angelina Adlagic).

El Max de Honor fue para el director Miguel Narros, que lo recibió con una calurosa ovación del público; el hispanoamericano, para el autor argentino Roberto Cossa, y el de nuevas tendencias, para Escena Contemporánea . El Premio de la Crítica que concede un jurado de expertos teatrales recayó en El mes de la danza, de Sevilla.

Hubo otros galardonados en la gala de los XII Premios Max celebrada en el Teatro Cuyás de Las Palmas, con aromas humorísticos y de teatro independiente. Fue más grata de seguir en directo que por TVE y en ella destacaron Sexpeare, Ángel Ruiz, Ron La La y Leo Bassi.

El momento más emocionante llegó con la intervención de Alberto San Juan, que pidió más apoyo para los emigrantes, como el argelino de su obra, porque "no se está haciendo una guerra contra la pobreza, sino contra los pobres".