lunes, 18 de mayo de 2009

TEATRO: "HEDWIG AND THE ANGRY INCH"

Un canto transexual Comedia musical de culto, aquí se presenta en el Roxy Live, con Germán Tripel y Florencia Otero.

Un canto transexual Comedia musical de culto, aquí se presenta en el Roxy Live, con Germán Tripel y Florencia Otero.
Un canto transexual Comedia musical de culto, aquí se presenta en el Roxy Live, con
Germán Tripel y Florencia Otero.
Sobre el escenario, una batería, un teclado, dos guitarras y un bajo esperan. De pronto, envueltos en humo, la banda entra, se apodera de ellos, y segundos después la escena es la de cualquier recital de rock.

En medio de esa potencia sono ra, una mujer escupe, con visceral masculinidad, las estrofas de una canción y sostiene una actitud desafiante frente al público. Frente a sus músicos. Y frente a Yitza, el barbado y menudo muchacho que le hace coros con voz de mujer.

Así arranca la versión local de Hedwig and the Angry Inch (Hedwig y la pulgada rabiosa), el musical que John Cameron Mitchell escribió en 1997, que lleva más de 50 producciones en distintos lugares del mundo, y que pasó al cine con ingreso casi directo a esa categoría que llaman "de culto".

"En este caso lo que se trató de reproducir aquí es la puesta teatral, que tiene diferencias importantes con la película", aclara Germán Tripa Tripel, quien tras su participación en Rent, invirtió su verano en la preparación del rol principal.

Ambientado en el lado Este de Berlín, el comienzo de la historia muestra a un preadolescente que se debate en la definición de su sexualidad. Enamorarse de un oficial del ejército norteamericano lo impulsa a elegir la transexualidad. pero un error en la cirugía lo deja con una molesta pulgada que marcará su vida, más allá de la caída del muro y los cambios que vivió el mundo después de los '80. Esa es la historia que Tripel, enfundado en vestidos que dejan al descubierto buena parte de su cuerpo, cuenta entre canción y canción. Una trama que tiene en Yitza, que interpreta Florencia Otero, a la mitad complementaria del protagonista.

La pareja cuenta que meterse en sus personajes les requirió un entrenamiento de varios meses. "Primero, con Mosquito Sancineto, quien nos impulsó a hablar con transexuales, con gente a punto de operarse: las verdaderas Hedwig. Y luego con Gustavo Carrizo, el coreógrafo", apunta Otero. "Son dos personajes muy complicados, que hablan y viven una continua dualidad, que desde lo conceptual provoca cierta molestia y desde lo actoral propone un desafío", agrega Tripel, con rastros, en su rostro, del maquillaje que lo caracteriza. Un trabajo de make up de casi dos horas.

Casi lo mismo que dura esa mezcla de concierto y stand up a lo largo de la que se desarrolla el guión. Planos que el espectáculo resuelve en forma despareja. En tanto que la acertada interpretación musical de Tripel, con un muy buen manejo vocal, no consigue ser igualada los monólogos que, en pos de reproducir una acentuación y una entonación extranjera, pierden frescura y, por momentos, rozan la monotonía. Un detalle que, en parte, conspira contra la muy buena relación que se establece entre los cantantes, la banda y las canciones.

miércoles, 13 de mayo de 2009

El gran desafío de Karina K - TEATRO: CRITICA - "SOUVENIR"

La actriz se luce interpretando a la peor cantante lírica de la historia y se convierte en lo mejor de la obra.

La actriz se luce interpretando a la peor cantante lírica de la historia y se convierte en lo mejor de la obra.
La composición que hace del personaje, una mujer bastante mayor que ella, es brillante. Souvenir es una nueva oportunidad para que Karina K se luzca y la actriz la sabe aprovechar muy bien.

En su búsqueda de Florence Foster Jenkins, Karina encontró un arsenal de recursos altamente rendidores. Con un andar lento, expresiva gestualidad, una acertada postura corporal, la impostación de la voz y un vistoso vestuario que remite a la época, construye a esta soprano estadounidense que vivió entre 1868 y 1944 y que se hizo famosa como la peor cantante lírica de la historia que, pese a eso, triunfó en Broadway. Un desafío para Karina que, siendo dueña de una voz afinada, logra desentonar con gracia; equivoca las notas en los lugares exactos, de modo que su desafinación resulta natural.

El texto, que a nivel dramatúrgico presenta algunos problemas, favorece de todos modos a la actriz: porque es un libro para sólo dos intérpretes y el peso protagónico está repartido entre ellos y porque su personaje es sumamente querible. Souvenir es una obra de Stephen Temperley, que se centra en la vida de Florence Foster Jenkins desde la mirada de Cosme McMoon -a quien interpreta Pablo Rotemberg-, el pianista que acompañó a Florence durante los últimos 12 años de vida de la cantante. La puesta muestra los ensayos, los recitales que ofrecen juntos (primero en una sala más íntima y luego en el Carnegie Hall) y el vínculo entre la cantante y el pianista; pero por momentos las situaciones se vuelven reiterativas.

Dirige el espectáculo Ricky Pashkus, quien buscó imprimirle dinamismo con recursos como la entrada de Pablo Rotemberg desde la platea. Renata Schussheim capturó con el vestuario la esencia de un personaje extravagante, que en su último recital luce un vestido por canción.

A Pablo Rotemberg le falta todavía afianzarse en su rol. No le tocó un personaje fácil: como relator, tiene mucho parlamento; en la representación de situaciones, debe sostener a Florence. Protagoniza gags cómicos y momentos emotivos, además de tocar hábilmente el piano en vivo.

Ella dice convencida que tiene oído absoluto. Cosme procura preservarla de las burlas del público y de algún modo, sobre el final, termina mintiéndose a sí mismo sobre el talento de esta dama de la sociedad, proclive a la caridad. El desenlace, onírico.