martes, 27 de noviembre de 2007

El mejor . . . de los mejores


Es verdad, tengo problemas con las manos. No me responden, tienen ideas propias. Una quiere ir para allá, la otra para allá, y yo acá, en el medio. Ahora que hablo de ellas están más tranquilas. Tienen ideologías distintas. Y yo estoy de acuerdo con ellas. Sí, sí. ¿Pero cómo hago? ¿me las corto? Ja, ja, já… de lo que me acabo de acordar… porque viene a colación… ¿Dónde fue?, ¿en Toronto? No. ¿Ontario? No… ¡Salsipuedes! Allí di una conferencia una vez, donde comenté, fijate vos eh, que acá mismo, acá en este preciso lugar donde estamos sentadas nosotras ahora, acá andaban los indios chuchurrucos, los m-nubúes. ¿Sabés qué hacían? Se cortaban un dedo de la mano. ¿Sabés cuándo? Cuando se les moría algún pariente.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Los Coleman . . . Familia Unida


Vos y yo tenemos que estar prevenidos por cualquier cosa que pase. La abuela es grande y toma pastillas, pero toma pastillas que ya no van. Son las mismas pastillas desde hace cinco años, las pastillas que toma. Las pastillas tienen una duración. Hay que renovarlas. Votá, votá, ¡votá!

Susurros . . .


¡Cómo me gustaría arrancarme de cuajo el tronco cerebral! Sí, ahí donde están la amígdala y el hipocampo, donde se concentran la memoria y la inteligencia emocional, el sistema límbico, eso. Al sistema límbico me gustaría arrancármelo de cuajo. Mucho más posterior en la evolución humana fue la operación de las neocortezas conectadas. Está comprobado científicamente de qué modo en esta danza –porque es una danza– entre pensamiento y sentimiento, la facultad racionarquía a la facultad emocional produciendo, o bien imposibilitando de este modo el pensamiento mismo. Ahora, el amor –abro corchetes–… yo no consigo entender el amor, no lo entiendo. ¿Vos lo entendés?

jueves, 1 de noviembre de 2007

Quiero pensar en Positivo . . .


Nada sabre de mi propia muerte, en efecto. Pero sabre todo lo que pueda saberse de la muerte de los demas, projimos, extraños. La muerte del otro puede ser una experiencia de mi vida. Una vivencia decisiva.

La pregunta entonces es “¿quiénes somos?” “¿quién podemos ser?” “¿cómo desprenderse de ese discurso de víctima?” “¿cómo dejar atrás el pasado?” “¿cómo no ser el pasado?” “¿quién soy si no soy ese pasado?”. La tragedia es la sensación de no poder ser por depositar la culpa en el otro, por justificar nuestros odios y nuestras fallas enteramente en ese destino que premia a los demás y nos castiga a nosotros. El final estalla el conflicto, enfrentado a los personajes con el vacío que en realidad tenían de fondo, haciendo caer un poco la máscara que la situación “normal” ocultaba.