domingo, 19 de octubre de 2008

No hay quien purgue a Totó . . . Critica


La actriz Nuria Espert protagonizó la obra Hay que purgar a Totó anoche en el teatro Cuyás de la capital grancanaria, donde compartió escenario con Paco Lahoz, Manuel Millán, Tomás Pozzi, Ana Frau, Carmen Arévalo y Manuel Aguilar. Los verdaderos protagonistas de la obra fueron, sin embrago, un cubo de aguas fecales y un laxante, que arruinaron un lucrativo negocio y arrancaron las carcajadas de un numeroso público.

Esta comedia costumbrista francesa de finales del siglo XIX, escrita por Georges Feydeau cuenta la historia de Sebastián Rebollo, un fabricante de loza que invita a comer a su elegante casa a un importante cliente, el señor Chitín, presidente de la comisión encargada de decidir la adquisición, por parte del ejército francés, de orinales para los soldados.

Rebollo espera conquistar el mercado con un orinal de porcelana supuestamente irrompible, pero varios acontecimientos y malentendidos desagradables e inesperados van a hundir sus lucrativos planes. El orinal de porcelana no resulta tan resistente como esperaba y su mujer, Julia, se presenta en bata y rulos, y en vez de atender al invitado, que le importa un bledo, se lamenta del estreñimiento de su caprichoso y maleducado hijo de siete años, Totó, que se niega rotundamente a tomar un purgante. Una de las ocurrencias más divertidas de la obra es que, al final, todos toman laxante menos Totó.

Con esta trama tan superficial, Feydeau crea un gran disparate cómico, donde los equívocos y el humor absurdo cobran protagonismo y afloran con naturalidad. A ello contribuye el espacio escénico, creado por Jean-Pierre Vergier, un decorado levemente asimétrico y un tanto irreal: el despacho del porcelanista Rebollo con una puerta minúscula y otra gigantesca y un diván de colores alegres.

En este caso, el asunto es lo de menos, la comicidad absurda se desprende no tanto de la trama, sino de la consecución de unos diálogos irracionales por parte de actores y actrices. Lo gracioso es, precismente, que los personajes dialogan con mucha seriedad sobre temas disparatados.

El actor Paco Lahoz, a través de su personaje, el señor Rebollo, intenta transimitir una serenidad, que por momentos, desaparece debido al insoportable carcácter de su mujer y a los antojos de su único y malcriado hijo Totó. Nuria Espert, que en esta obra debuta en la comedia, tras cuarenta años representando tragedias y dramas, estuvo brillante en su cambio de registro, aunque no logra desprenderse del típico dramatismo del ama de casa zafia.

Manuel Millán, que protagoniza a Chitín, reproduce al desconcertado invitado de una pareja que no hace más que discutir en tono cómico. Hecho que hace recordar a las escenas de los vetustos Servando y Panchita del famoso programa de En Clave de Ja, no sólo por la comicidad de la reiterada batalla conyugal, sino por el atuendo de la Sra Rebollo, con trabas y rulos en la cabeza y pantys caídos a media pierna.

Pero, sin duda, el personaje más aplaudido de la noche fue Tomás Pozzi, que protagoniza a Totó. Con su metro y medio de sinvergüencería arrancó espontáneas carcajadas en su entrada en escena y en la fantástica interpretación de su breve, pero contundente papel.

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