viernes, 4 de mayo de 2007

LLanto . . .


Cuando era pequeña solía cantar. Y tenía una voz privilegiada. Era primera voz en el coro de la parroquia. Luego, mi guía espiritual se aprovecho de mi inocencia y ya no volví a emitir sonido. Ahora tengo la voz ajada y ya no canto … grazno. (Balbucea alguna canción)
Esta mañana me miré al espejo y no reconocí mi cara. Me vi fea, flaca, gris, opaca. Hace ya tiempo que no me reconozco, vengo muriéndome de apoco. Todo comenzó el día de mi primera comunión. Después de haber amado por obligación al padre Genaro, supe que mi vida comenzaba a desvanecerse. Me sentí puerca. Asquerosamente muerta.

No hay comentarios: